Josep María Matas
L'eco de Sitges - Waltraud Maczassek (1997)

Yendo en moto, el otro día, de pronto me impactaron unas pinturas con mucho color que estaban expuestas a la galería de Arte Ágora 3 de nuestra villa.

Sin duda me paré y los pies me llevaron a visitar dicha exposición. El artista era la señora Waltraud. Haciendo memoria fotográfica recordaba una pintura con este nombre pero que lo que hacía el que pintaba, no se asemejaba nada a lo que ahora nos presentaba y dudé por un momento de que fuera la misma persona, de aquel figurativismo y de aquellas viñas y paisajes bastante cromáticos, me encontraba ante unas pinturas con mucha imaginación y abstractismo. A mí es un tipo de pintura que me entusiasma y sobre todo como estas que se exponen y que se alejan de cualquier posibilidad de la pintura plana y que tienen un fondo y un trasfondo que se le permite descubrir cosas que incluso el artista no las ha descubierto o si, que dan margen a que una persona contemplándolas descubra muchas imaginaciones que se hacen realidad y ayudan a acabar la pintura según los ojos de quienes la mira y estudia.

Esta experimentación de su nuevo lenguaje pictórico, todo y con sus dudas que componen cualquier variación de una línea establecida de formación más bien clásica, la artista nos demuestra con esta evolución que la anterior etapa le ha servido para dominar temas y técnicas, lo cual quiere decir que ahora es el momento justo en que ella ha creído oportuno dejar libre la mente y aprovechando su sabiduría pictórica para no encajar los colores, dejándolos libres y sacando partes de dibujo que ahora se imagina.

Noto que ha buscado la luz en sus cuadros, esta luz mediterránea tanto nuestra, y una creación con ayuda de la mente, ilimitada y que según qué obra miras puedes notar el estado anímico en que se encuentra la artista cuando la desarrolla. Ha incluido en esta muestra diversas técnicas algunas de ellas como el temple al huevo o fresco que decía alguien, por más clásica y difícil que sea ella la trabaja con gusto y paciencia consiguiendo transparencias y “veladuras” en los colores fríos como los moratones a caballo, a veces, de los cálidos y marrones pasando por amarillos, rojos y anaranjados.

Es difícil atacar un fondo blanco y puro para no saber nunca como lo acabarás de tapar con los trazos necesarios sin que le sobren ni que le carezcan por más que siempre hay ganas de volver a hacer retoques. Cuando una obra artística se cree que está finalizada, se tiene que dejar como está aunque algún otro día los pinceles quieran seguir.

Su cuadro, titulado Paisaje, lo he ido a ver un par de veces más y haciendo ir la imaginación he descubierto montañas, campos, árboles, agua, cielo vaya que cuando más lo miras más cosas encuentras. Los colores nos llegan a decir cosas, nos cogen nuestra intimidad sensible y lees un lenguaje pictórico y atrayente.

Para la gente que sin olvidar el pasado se encamina hacia ningún futuro imaginativo, recomiendo que visiten esta exposición.