Mireia Guillaumes
Bonart - Los mundos intermedios de Waltraud Maczassek (2000)

La pintura de Waltraud Maczassek es una pintura que anda equilibradamente y sin tintines por la fina línea que separa los extremos. En medio de las dualidades entre figuración y abstracción, colores cálidos y fríos, pincel o raspados, el artista busca la potencialidad de este mundo intermedio la riqueza del cual rae precisamente a saber proyectar todos sus matices.

LA PALABRA JUSTA. No se puede decir que el autor contemporáneo lo tenga fácil. Sí que es verdad que, ahora más que nunca, el artista tiene a su alcance múltiples medios para dejar que creatividad e imaginación se desahoguen y, rompiendo fronteras, rompan perjuicios pero, lejos de ser una ventaja, este hecho se puede convertir en el gran hándicap del artista actual que sabe que, cuando abre la boca, tiene que ser para decir necesariamente la palabra justa.

De este punto parten las obras de esta artista nacida en Frankfurt pero residente actualmente en Barcelona, y lo que sorprende es que Maczassek sea capaz de encontrar esta palabra justa vagando por un mundo donde agua, aire y tierra mezclan texturas y se reinterpretan conceptualmente a través de la pintura.

ESPACIOS FLUCTUANTES. Licenciada en Bellas artes, Maczassek empieza actividad expositiva a finales de los años 80 recorriendo salas y galería de todo Cataluña, además de exposiciones en el ámbito internacional, haciendo gala de un mediterranismo de raíces nórdicas ejemplificado sobre todo en el buen uso de la gama de moratones. Unos moratones que le permiten establecer contacto directo con espacios fluctuantes donde se dejan sentir los orígenes del mundo, la mística inherente a las atmósferas nubladas y la frialdad que recuerda las heladas de lugares perdidos y reencontrados a través de la pincelada.

PLANES DE PERSONALIDAD. Entonces entran en acción los raspados y los gratares hechos con intención, los grabados con líneas caligráficas, que evocan sobre la obra las profundidades formales y la gestualidad estética. Ya sean solas o en conjunto, las obras hacen gala de una individualidad sólo explicable por la gran curiosidad con que la artista desarrolla cada pátina, cada plan y cada fragmento. Moviéndose por mundos intermedios, Waltraud Maczassek consigue que las obras resultantes sean tan intemporales como la propia concepción de la pintura.