Raül Magí
El Punt (2007)

Paisajes desde el alma
Waltraud Maczassek explora a fondo el territorio y lo transforma en sentimiento. Arraigada a su entorno, el cual conoce y aprecia por su trabajo en el mundo del vino, Waltraud Maczassek asume la difícil misión de comunicar a las telas sus paisajes interiores. Y lo hace bebiendo del mismo territorio, pintando escenarios sin tiempos ni espacio que transmiten los estados del alma, el fluir de la vida y las relaciones ancestrales entre el hombre y la naturaleza. El Edificio Miramar de Sitges reúne en una amplia muestra la producción última y más madura de esta artista alemana establecida en Cataluña.

Pocos artistas pueden presumir de tener un vino propio. Waltraud Maczassek lo tiene, por su vinculación familiar en la casa Torres. Dice la nota de cata que «el Waltraud se caracteriza por el paladar voluptuoso y por el gusto alegre y prolongado, en que se aprecian finas notas florales, de especies y de bosque». Este vino blanco coincidiría con los lienzos de la pintora en las connotaciones naturales, pero no en la voluptuosidad. Más bien al contrario. Maczassek ofrece composiciones profundas, reflexivas, que se deben a una interiorización onda de un paisaje, posiblemente el de la viña penedesenca, que se halla fuera en sus propios paisajes interiores. «Son espacios vividos y captados a través de los sentidos, obras de la naturaleza que se pueden ver, oler, tocar y dónde han intervenido los elementos», indica. Con estas referencias, el espectador se perderá en la infinidad del no-tiempo y el no-espacio, en paisajes simbólicos y fragmentos de memoria que la artista traza con decisión. No van los surcos profundos que infringe en la pintura, tal como el arado labra los campos, en los tonos ocres y terrosos, a menudo rellenados en collages que evocan rastros orgánicos. Piezas como por ejemplo Erosión o Nieblas ilustran estas heridas del territorio, que enlazan con otras composiciones en que el artista aporta un contenido ancestral mediante signos étnicos. Es, en este caso, un referente atávico que conecta directamente con los orígenes, la profundidad de la tierra y su conexión ineludible con el hombre. En este lenguaje simbólico, el artista siempre ofrece una idea. Así, por ejemplo, el fluir de la vida se representa con el agua. «Waltraud Maczassek rompe la división tópica entre abstracción y figuración porque va más allá del paisaje y acontece anti paisajista; partiendo de la naturaleza des construye el paisaje para ofrecer con sensibilidad una pintura casi musical» Es la reflexión del comisario, Francesc Miralles.

El recorrido de la exhibición incluye algunas de las primeras obras de la artista alemana. La dedicación al negocio del vino significó un paréntesis, pero Maczassek retomó más tarde los pinceles con fuerza renovada y una gran personalidad, dejando atrás aquella primera figuración a caballo entre el cezanismo y el cubismo. Miralles destaca de la pintora el arraigo al entorno, una característica que la acerca a los grandes maestros. «Sólo se puede ser internacional cuando se es extremadamente local», asevera. El jueves, la artista agradeció la colaboración de la galería Ágora 3 de Sitges, donde hace muchos años dio a conocer su trabajo. La exposición estará abierta hasta el 30 de septiembre.