José García Reyes
Travelport - La búsqueda intuitiva (2008)

La búsqueda intuitiva de lo desconocido

En fugaz repaso a la obra de Waltraud, observamos que la evolución y complejidad de su arte en el transcurso de pocos años es profunda. Desde los paisajes rurales y los espacios de grandes urbes de los años noventa a los espacios de la década actual, se percibe el acto consciente de búsqueda interior que ha realizado la artista. Va abandonando la forma reconocible, adherida a la figuración, y se adentra en lo desconocido, lo primigenio. Intuimos que es menester coraje para emprender esa travesía discurriendo por áridos caminos en soledad palpable.

La abstracción no sólo se representa en la ausencia de forma, Waltraud la plasma en espacios indefinidos que también sugieren tiempo. Sus paisajes son ecos de concreciones tangibles filtrados por su especial sentir (Paisaje interior, Memoria de un espacio, Cartografía II o Espacios perdidos); a veces sus telas se muestran impelidas de un fluir matérico (Fluir I, II, Surgir de las aguas) que les infunden movimiento turbulento, confuso y brumoso, metáfora plástica de cualquier trayectoria vital humana. Por otro lado, también encontramos en su obra dualidad, concreción, estructuras, rasgos, y atisbos de orígenes que a pesar de ser irreconocibles, proporcionan cierto equilibrio en el inestable transcurrir nuestro. Ejemplo de ello, son las expresiones estéticas de Construcciones, Sedimentos, Arquitecturas, Huellas. En ellas nos reconforta algún indicio familiar, esperanzador que sosiega el ánimo.

Es más que evidente la sólida formación académica de la artista, bien versada y proclive tanto al “Jinete azul”, como al “Expresionismo abstracto” norteamericano, además de otras influencias de estas latitudes. Para ella, la expresión artística es la síntesis de su bagaje personal e intelectual que transformará el entorno físico que la rodea u del que devendrá el propio cuadro que en esencia es también reflexión, introspección con el medio sin eludir el diálogo con las cuestiones metafísicas.

La definición que Waltraud hace del Arte es rigurosamente precisa y ajustada a la modernidad: “El Arte tiene que sorprender”.

“el lenguaje de la pintura es muy complejo: tras lo que ven nuestros ojos el espectador avisado percibe muchas cosas: el estado de ánimo del artista, su sensibilidad y fuerza, el mundo que le rodea. Una buena pintura es tan real como la vida misma. El arte no es un mero elemento decorativo, sino que está obligado a sorprender y más aún, a hacer pensar”