La pintura de Waltraud Maczassek es una expresión vital y artística de su relación con la naturaleza, sobre todo con el Penedés, territorio que conoce bien y siente profundamente. Sus cuadros lo han plasmado en repetidas ocasiones y atestiguan la huella emocional que ese paisaje ha dejado en ella. De ese poso se nutre su obra, trabajada, como la tierra, a fuerza de estratos, de capas de materia y acrílico. La artista se expresa mediante un lenguaje abstracto, en ocasiones gestual como rasgo de su propia implicación física. Pero con plena libertad creadora, no soslaya, cuando el cuadro lo requiere, ciertas alusiones más o menos veladas, a algunos elementos concretos de la realidad, meras presencias capturadas no ya directamente del paisaje, sino de la memoria, de las emociones que guarda de él.

Los colores de la tierra, los grises los blancos matizados, los azules y sus distintas tonalidades –en las telas inspiradas en la ortografía primigenia de Islandia-, dominan en la obra de talante evocativo y dicción cada vez más esencial de Waltraud Maczassek.

Una pintura lírica, de tempo sosegado y mirada intensa a la naturaleza, a sus continuos, aunque a veces apenas perceptibles cambios, a esa fuerza renovadora, fuente de vida con la que ella se identifica. Un sentimiento que traslada a sus cuadros de forma metafórica después de haberlo filtrado por el intelecto porque, más allá de la emoción, el terreno de la artista es de la pintura. Y en el labra su camino.

Olga Espiguel
Crítica de arte - Exposición galería Maragall (2004)