Josep de C. Laplana.
Director del museo de Montserrat

De los cinco sentidos corporales, el de la vista es el más espiritual, el que respeta más el objeto, el se que mantiene a más distancia y el que aporta mas información a la mente. El fenómeno óptico es importantísimo para la vida del ser humano tanto en el nivel práctico como en el espiritual en todas sus gradaciones y niveles. Ver es el componente básico del conocimiento por el que captamos, aprendemos la realidad que nos rodea y en cierta medida la hacemos nuestra, la contemplamos. No es banal que El itinerario de la mente hacia Dios – es el título del principal libro de San Buenaventura –encuentre su culminación en la contemplación, la theoría de que hablaba Platón cuando invitaba a los suyos a trascender el mundo de las imágenes, que son sonbras, para llegar al de las ideas, que dan substancia y solidez a las imágenes.

Jamás debemos menospreciar el fenómeno óptico, y menos los que amamos las artes visuales, como hicieron algunos platónicos, porque la vida y lo visual es capital para las catálisis del fenómeno material y lo trascendente. No hay belleza sin forma. No olvidemos que nuestra palabra “hermoso” viene de formosus, dotado de forma. Sin embargo, en el Itinerario de la mente se nos incita a no quedarnos en la inmediatez de las simples apariencias, de lo fenomenológico, e ir más lejos, indagar con ansia lo que hay más adentro y más lejos de lo que vemos. Creo que la pintura de Waltraud maczassek, si la iluminamos con este teorema, adquiere, al menos para mí, un significado nuevo y profundo. Waltraud no se queda jamás en la epidermis de las cosas, la superficialidad del fenómeno. Trasciende todo lo que ve y todo lo que plasma. Cuando Waltraud juega con las formas y los colores, lo hace con el afán de inquirir lo que hay más allá, más al fondo y escudriñar también las interconexiones que se forman sorprendentemente cuando varios elementos del cosmos interactúan entre sí. Detrás de la pintura de Waltraud muchas veces puede intuirse un microcosmos por el que ella, u otro en su lugar, ha observado las células o los tejidos orgánicos, o un potentísimo telescopio de observatorio astronómico que nos permite entrever galaxias en formación, mapas de tensiones isobáricas que se interponen sin fundirse entre ellas y desaparecen, lluvias torrenciales sobre ningún sitio, cataratas y saltos acuáticos paisajes terrestres o marinos indefinidos por la lejanía. Otras veces nos muestra paredes pinadas o despintadas, desconchadas, por el tiempo y la incuria, susceptibles de convertirse en soporte de enigmáticos mensajes de signos arcaicos, cuyo significado es escapa. Pero Waltraud no sólo busca esforzadamente, también encuentra. En su pintura se muestran simultáneamente las dos facetas, la indagación y el hallazgo. En sus cuadros vemos harmonías y arpegios, de color mate, que sin brillar ni herir llegan al alma, tensiones de equilibrios y desequilibrios que sin dramatismos inútiles expresan sentimientos contrastados, texturas y rugosidades sobre superficies planas enormemente trabajadas emulando la erosión del tiempo geo-lógico. En el trabajo artístico de Waltraud veo también un esfuerzo y una plasmación de ideas y sentimientos muy personales de la artista, que sin salirse de su mundo plástico a base de incrustar nuevos elementos a su pintura y conjugándolos con ella, sirviéndose del collage, nos habla de temas que la emocionan y logra comunicarnos su emoción. La pintura de Waltraud no es fría ni distante. No es mediterránea, eso se ve a primera vista; pero es culta, reflexiva, educada y sugerente como la común idiosincrasia de su Frankfurt natal o del Wiesbaden donde se educó mo pintora. En arte los genes mandan mucho.

El tono de la pintura de Wakltraud es siempre elegante, contenido, sin desgarros, sin barroquismo, silencioso, meditativo, amigable. Dice mucho, pero sin gritar. Susurra, sonríe i espera… Waltraud Maczassek se retrata en su pintura. Hay que sentarse ante ella, mirar y mirar indagando qué quiere decirnos, escuchar su música callada, su mensaje sin discurso. Al cabo de un rato, de un tiempo, de los años, porque su pintura es muy intemporal, te das cuenta de que su obra hace muy buena compañía y de que te ayuda a ser mejor, más calmado, más reflexivo, más profundo. Nos encontramos en el buen camino, en el del Itinerario de la mente hacia su fin trascendenta: lo Bueno, lo Verdadero, lo Bello.
¡En definitiva el arte es eso!