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Waltraud Maczassek: Una figuración esencialista La serie de pinturas que Waltraud Maczassek expone en Sitges después de un largo período de silencio en el que la artista ha ido depurando su estilo, esencializando sus formas, olvidando su formación clásica y desdibujando formas aprendidas oeste la corrección académica, siguen destilando oficio, maestría pero sobretodo grandes dosis de sensibilidad, de pasión contenida, de libre creatividad más allá de los dictados de modas coyunturales o retóricas al uso. Las obras de Waltraud no sólo siguen sus propios dictados internos sino que al mismo tiempo no ocultan la coexistencia y el entrecruzamiento de tradiciones pictóricas dispares a caballo entre un mediterraneismo de adopción y unas raíces nórdicas, que acaban erosionando su componente puramente introspectivo y confieren a la obra una poderosa complejidad. Waltraud tampoco se sitúa de espaldas al discurso pictórico de la modernidad en tanto en cuanto sintoniza y enlaza capilarmente con algunas de las grandes corrientes de la historia de la pintura europea de las últimas décadas. Las maneras informales, una abstracción lírica y gestual y una velada vocación matérica laten y perviven en toda su obra y le dan un cierto aire de familia que no obstante la pintora parece querer eliminar con rebeldía desde posiciones radicalmente personales, originales e innovadoras. A lo largo de su evolución Waltraud ha ido quitando más que añadiendo o poniendo cosas. su proceso ha operado pos sustracción y no por adición, es decir, su pintura con el tiempo se ha ido simplificando, depurando, esencializando pero a la vez ha ganado en capacidad expresiva, en riqueza de contenidos plásticos. de ahí el que hayamos denominando a sus obras con el epígrafe de "figurativismo esencialista". Lo primero que llama la atención cuando uno se situa ante la obras de Las pintura de Waltraud no encierran ni necesitan de la muleta conceptual o teórica; hablan sólo de pintura valiéndose de los utilajes de pintor y sobretodo de su poderoso instinto pictórico, mezcla de pasión y finalmente control. Waltraud conoce bien los medios plásticos con los que se enfrenta y con una actitud anímica, entre telúrica e integradora, consigue liberar a sus obras de toda carga anecdótica para elevarlas al nivel de lo simbólico y abstracto. Waltraud se atreve con la expresividad de una veladura, con la fuerza de un trazo, con la potencia de un gesto, con el poder evocativo de un fragmento para dar aliento a su pintura, para conferirle intensidad y para expresar la imagen, no definible mediante palabras, de la sensación reversible entre lo eterno y lo fugaz que ofrecen sus espacios agazapados por el goteo del tiempo. Su "figuración esencialista" ofrece efectivamente una nueva lectura e interpolación de la realidad orgánica.
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El punto de partida es la realidad, pero el resultado es una reflexión con los medios de la plástica, de la misma. Para Waltraud no cuentan las relaciones tradicionales entre figura-fondo, entre primeros y últimos planos, propias de una visión ilusionista y de un tratamiento perspectivo vinculado a las convenciones figurativas. En cada una de sus obras la pintora dispone un sugerente telón de fondo en diferentes gamas cromáticas - gama de colores fríos, azulados en una seris de sus obras, gama de colores cálidos, rojizos, anaranjados, amarillos en otras - y son estas iniciales tonalidades las que van construyendo, animando unas atmósferas vibrantes en las que formas emergentes dibujan un paisaje de una gran ambigüedad y poder sugestivo a caballo entre lo figurativo y lo abstracto, entre lo orgánico y lo geométrico., entre lo sensual y racional, entre el color y el dibujo. Waltraut conoce a fondo la hitoria del arte, y aunque su pintura se situa al margen de todo ismo, de toda escuela y se libera de magisterios limitadores, participa de todo u arsenal de imágenes que a lo largo del tiempo han ido anidando en su subconsciente, imágenes que tanto pueden recordar la pintura de George O'Keffee como la de Ràfols Casamada pero siempre desde su condición de "individuo creativo", entendiendo por individuo aquel que, como decía el filósofo Fiedler, no sólo utiliza el arte como una manera de ordenar el universo, de universalizar lo particular, de poetizar lo narrativo, sino aportar un nuevo conocimiento sobre el ya existente. Anna Guasch |
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Aceptar la pintura es admitirla como presencia que ha adquirido una autonomía, es dejar que actúe sobre nuestros sentidos y sobre nuestra mente. Es aceptar que cada trazo, cada color pueden decirnos algo y que tratan de comunicar apelando directamente a nuestra sensibilidad. La pintura es un lenguaje, pero un lenguaje mucho más personal y enigmático que nuestro lenguaje habitual ya que las palabras son convenciones. La pintura es para mi un intento de captar y expresar mediante los elementos plásticos lo vivido, lo sentido y lo que me rodea. tratar de expresarlo con palabras seria vulgarizarlo. No se trata tanto de plasmar o copiar simplemente lo que el ojo ve y producir una especie de ventana, sino traducirlo a un lenguaje propio. No se trata de copiar sino de crear. Todos los elementos plásticos como la forma, el trazo o el color surgen de una interacción de intelecto y emoción. No es lo más importante el tema o lo que representa, sino crear una presencia que genere respuestas y que no nos deje indiferentes, que invite a la interpretación que siempre será individual. Kandinsky comparaba la música, la mas abstracta de las artes, con la pintura y su forma de actuar sobre nosotros. Cada uno puede hacer asociaciones según sus propias vivencias. La amoigüedad de la pintura abstracta pide al espectador una mirada activa.
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Para mí cada cuadro es un reto. Aunque tenga una idea clara de lo que quiero hacer a menudo el cuadro cobra vida propia y rechaza determinadas intervenciones. Una pincelada da la siguiente, hasta que se llega a trabajar de forma intuitiva y auténtica, sin dejarme encasillar en excesivas ideas preconcebidas y teoricismos. Finalmente el cuadro manda cobrando una estructuda interna, adquiere leyes propias y a menudo rechaza cambios que pueden parecer convenientes. Una sola pincelada le puede sobrar y hacerle perder su autenticidad, su fuerza, su equilibrio o su espontaneidad. En mis pinturas me inspiro a menudo en el mundo orgánico, en la naturaleza que me ha rodeado directamente tantos años y que me hace recordar sensaciones vividas y sentidas. siempre me ha impresionado la multiplicidad de las formas, sus ritmos y sus gestos, pero al mismo tiempo he intentado suprimir lo superfluo y accidental. He abstraído las formas buscando su esencia o combinándolas con formas geométricas como dicotomía de intelecto y sensibilidad. La naturaleza va íntimamente ligada a nosotros, está dentro de nosotros y nos envuelve y es finalmente más fuerte que lo que construye el hombre. Aunque lo recortamos, la maltratamos, nunca pierde su poder de renovación. Es como cuando la naturaleza vuelve a tomar obsesión de lo que es suyo. Waltraud Maczassek |
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